Esta
contagiosa y bailable pieza obra del estadounidense Michael Finn se nos
presenta en primera instancia con una introducción de acordes de sintetizadores
oscuros y procesados que rápidamente dan entrada a una base rítmica
irresistible sobre la cual la voz clama “nos elevaremos sobre el odio con amor”
Nuevamente, el espacio y el silencio se revelan como un tremendo recurso para brindar intensidad e intención a cada una de las secciones. No siempre es así pero la filosofía de menos es más bien podría aplicar en este caso. Dicho lo anterior, no significa que no haya plenitud de elementos en esta placa, al contrario, esos elementos están colocados estratégicamente para permitir al escucha un disfrute sin caer excesos instrumentales ni vocales. Gran estrategia compositiva, en mi opinión. Hay ocasiones donde el bombo solitario acompaña ciertas secciones para luego dar entrada a la tarola programada y un ritmo más convencional, al mismo tiempo que algún sintetizador deja de sonar y emerge un acorde de piano o un pad secuenciado que dan esa agradecible sensación de movimiento.
¿Amar y
bailar es la solución? ¡Dónde me apunto!
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