Indie garage
rock del bueno, histriónico, seductoramente indiferente. Y así está bien.
Con una clara influencia proveniente de los grupos de indie rock tanto británicos como americanos que impusieron un estilo guitarroso y dramáticamente desganado que tanto corazones y oídos conquistó en la primera mitad de los dos miles. Aquí hay ecos de los Strokes, Interpol, Kings of Leon e incluso los respetadísimos Arctic Monkeys. Guitarra crunchy a puros downstrokes, más unos discretos arreglos de fondo, para dar paso a un bajo con una pizca de overdrive haciendo figuras ocasionales pero siempre sosteniendo sólidamente la base rítmica que es complementada por una batería aguda y seca, técnicamente desprolija, que da ese exquisito sentido punk de clásicos como The Jam o Television.
Como en un bucle, la composición se nutre de los acordes y estilo usado; que a su vez sugiere cierta instrumentación, una temática e incluso un delivery vocal. Este hecho no hace más que demostrar la intencionada musicalidad y sentido estético de Monarc. El entendimiento de que al desarrollar una idea, deben tomarse en cuenta las directrices que más naturalmente se puedan seguir.
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